

Parece que el acero inoxidable está impregnado de una magia que lo hace indestructible y es que, aunque entre en contacto con el oxígeno, la aleación con el cromo lo viste con una fuerza que le permite mantener su estado sin manchas ni corrosión.
En el anterior post, sobre las familias y clasificación del acero inoxidable, profundizamos en las distintas aleaciones de este material con elementos como el níquel y el manganeso, entre otros. Y es que son estas fusiones las que lo hacen adquirir unas propiedades superiores al resto de aceros de la industria.
Pero hay que hacer un alto en el camino para aclarar que sí, que todos los metales se oxidan, la ciencia está en la forma en que lo hacen o la durabilidad de dicho material ante una exposición de oxígeno u otros factores, como el agua marina.
Volviendo al acero inoxidable, su resistencia a la oxidación proviene del porcentaje de cromo en su composición. Cuando el cromo entra en contacto con el oxígeno, se genera una fina capa de Oxido de Cromo (Cr2O3) que se adhiere de tal forma que crea una película inerte e insoluble a una gran variedad de medios corrosivos. Es lo que se denomina la “capa pasiva” de los aceros inoxidables.
En términos generales, esta capa guarda unas altas propiedades de regeneración, la cual le permite al material mantenerse impecable ante adversidades. Aunque hay que tener en cuenta que esto no siempre sucede así y, en ocasiones, el acero inoxidable puede encontrarse en unas condiciones extremas que desgastan esta capa pasiva y lo hacen experimentar con un estado de oxidación muy específico en estas aleaciones.
Cuando la capa pasiva del acero inoxidable se degenera, no aumenta de forma ni de tamaño, sino que deja una fina muestra de óxido de cromo de color verdoso que, a medida que se va rasgando, va apareciendo otra nueva capa de cromo para oxidarse. De esta forma tiene lugar la regeneración del inoxidable.
Así es la “oxidación” más común dentro de los aceros inoxidables, más bien formada por un deterioro de las capas del material, que una reacción a otros elementos.
Pero, ¿hay algún método para no llegar a la fase de regeneración del acero inoxidable?
Pues sí, si que la hay.
En primer lugar, en Nebrinox aplicamos una buena limpieza del material en sentido del pulido del acero, y no al contrario. De esta manera, no se alterarán las capas y se evitarán arañazos.
Además, no utilizamos limpiadores que puedan contener cloro o derivados, ya que, como el agua marina, las propiedades corrosivas del cloro son superiores ante cualquier método de regeneración del acero.
Y ese, además de asegurarnos de adquirir una materia prima de calidad 10, es nuestro pequeño truco. Porque la magia si existe, pero es posible gracias al trabajo que hay detrás.